En el siglo XIX predominó el modo de producción artesanal, la cual no requería de maquinaria y la producción era manufacturada.
Ya con la Segunda Revolución Industrial nace el modo de producción taylorista, el cual es un modelo de realización de la producción que implica la racionalización de los procesos productivos al diferenciar las tareas de creación y ejecución del producto. La división en la organización de la producción se divide en directivos, ingenieros y tareas mecánicas. Cada uno se responsabiliza de un área. Esto constituyó una ruptura total con los métodos de producción de tipo artesanal y manual en donde una persona realizaba todo el proceso.
Luego, en la Tercera Revolución Industrial, llegó el modelo fordista. Es una etapa del capitalismo moderno que abarca de los años 1940 a 1970 aproximadamente. Aplica los principios del taylorismo, y esto supone una progresiva mecanización separada por tareas intelectuales y manuales utilizando la cadena de montaje para evitar perdida de horas del proceso productivo. Este modelo se caracterizó por el predomino de actividades de producción y servicios en gran escala, en grandes conglomerados territoriales de población y producción y sistema de decisión y organización jerarquizados y centralizados.
Por último está el modelo toyotista, que se puso en práctica a partir de los años 70, con la crisis del petróleo. Este modelo fue aplicado a la empresa japonesa Toyota y está desarrollado por grandes empresas que reemplazaron la cadena de montaje por equipos autónomos de trabajo comprometidos en la caridad, habiendo un trabajo colectivo y coordinado de obreros con diferentes jerarquías y funciones, donde cualquiera de los trabajadores realiza tareas diferentes, asimilando las innovaciones tecnológicas y con esto, aumentando la producción, la capacidad, los imprevistos y se realiza según la necesidad del mercado en pequeñas cantidades.
Este modelo flexible, tambien llamado post-fordista, depende fuertemente de las nuevas tecnologías de la información. Utiliza robots y sistemas de montaje automatizados por computadoras. Por ello requiere un número menor de trabajadores pero más calificados. Su objetivo es producir una mayor variedad de productos, de alta calidad, pero en menor cantidad.
En concusión, los puntos débiles de los modelos taylorista y fordista son que no podía faltar un obrero porque no había quien lo reemplace, o que no podían ir al baño porque se frenaba la producción. Entonces, esto llevó al fracaso de estos modelos de producción y al dominio del modelo flexible (toyotista), en el que todos hacen todo y hay reemplazo y turnos de personal.
![](https://static.wixstatic.com/media/b55503_209e4e1983f849cbb4b81f726900464c.jpg/v1/fill/w_960,h_347,al_c,q_80,enc_auto/b55503_209e4e1983f849cbb4b81f726900464c.jpg)